Mientras Donald Trump se prepara para asumir el cargo, la política de inteligencia artificial (IA) de Estados Unidos se encuentra en un punto de inflexión crucial, lo que genera debates sobre el futuro del desarrollo y la regulación de la IA. Su victoria como el 47.º presidente ya le ha valido las felicitaciones de gigantes tecnológicos como Jeff Bezos y ha encendido debates sobre la posibilidad de dar a Elon Musk un papel importante en la configuración de las políticas de IA del país en el futuro. Trump ha prometido revertir muchas de las órdenes ejecutivas sobre IA puestas en marcha por la administración Biden, argumentando que "sofocan la innovación en IA" e impulsan "ideas radicales de izquierda" en el desarrollo de la tecnología. Aunque no está claro cuál será el impacto directo de esta derogación, indica un avance hacia la desregulación.
La retórica que la rodea está dividiendo opiniones, convirtiendo la política de IA en una cuestión partidista, aunque los votantes de todos los partidos apoyan una regulación equilibrada. Sin embargo, a los expertos del sector les preocupa que la reducción de la regulación pueda poner en peligro la seguridad de la IA en un momento en que más se necesita. “Estados Unidos debe centrarse en una infraestructura sólida y eficiente que permita a las organizaciones que evalúan los sistemas de IA y su implementación publicar información creíble y verificable sobre estos sistemas, incluidos sus orígenes, datos de entrenamiento, procedencia de los datos de los sensores y cualquier incidente de seguridad”,
Musk, que apoyó a Trump durante toda su campaña, ha sido designado para dirigir la recién creada
“Estados Unidos debería liderar el mundo en el avance de la IA de forma segura. Nadie está mejor preparado que Elon Musk para ayudar a la administración Trump a que Estados Unidos lidere la IA”, se lee en el comunicado.
Musk lleva mucho tiempo advirtiendo sobre los riesgos existenciales de la IA y ha expresado su preocupación por que la IA se vuelva demasiado poderosa demasiado rápido. Pero los críticos no están convencidos. Algunos siguen siendo escépticos sobre el papel de Musk en la formulación de políticas de IA, señalando su decisión de distanciarse de OpenAI, una empresa que ayudó a crear, así como su abierta oposición a las regulaciones de la IA. "No hay forma de que Elon Musk sea imparcial, al igual que no existe un verdadero 'mercado no regulado'. La ausencia de regulación es, en sí misma, una forma de regulación, una que da a las grandes corporaciones rienda suelta para impulsar sus propias agendas".
Estados Unidos se enfrenta a una creciente competencia por parte de China, que ha invertido mucho en el desarrollo de inteligencia artificial y pretende superar a Estados Unidos en 2030. La carrera de la inteligencia artificial se ha convertido en un tema central en los debates sobre seguridad nacional, y tanto demócratas como republicanos consideran la tecnología de inteligencia artificial como un componente crucial en las estrategias de defensa. Los menores costos laborales de China y su enfoque en el entrenamiento de modelos le dan una ventaja en la carrera de la inteligencia artificial. Es probable que la administración de Trump siga endureciendo las restricciones al acceso chino a semiconductores avanzados, una estrategia iniciada durante su primer mandato y ampliada bajo el presidente Biden.
La postura de Trump sobre la IA ha sido errática, a menudo elogiando su potencial al tiempo que advertía de sus peligros. Dijo que Estados Unidos necesitaría grandes mejoras de infraestructura para la IA, en particular en energía y potencia informática, para garantizar que Estados Unidos mantenga su liderazgo sobre China. Para asegurar la posición tecnológica de Estados Unidos, los expertos piden inversiones ambiciosas en infraestructura de IA. Una propuesta reciente de OpenAI sugiere crear "Autopistas Nacionales de Transmisión" para modernizar la red eléctrica y satisfacer las inmensas demandas energéticas de la IA, un plan que se alinea con la visión de Trump de mejorar la infraestructura. "La IA puede optimizar la distribución y el uso de la energía a través de plantas de energía virtuales, que gestionan miles de componentes involucrados en la producción, el almacenamiento y el consumo de energía", añadió Maher. "Sin embargo, esto solo es posible con una amplia automatización e IA para respaldar la toma de decisiones precisas. La seguridad de la IA será crucial para el éxito de la implementación a gran escala de dichos sistemas".
A pesar del amplio apoyo bipartidista, el Instituto de Seguridad de la IA de Estados Unidos (AISI, por sus siglas en inglés), una organización creada después de la orden ejecutiva de Biden para encabezar los esfuerzos del gobierno en materia de seguridad de la IA, podría enfrentar un futuro incierto bajo el nuevo DOGE del presidente electo Trump. Se espera que el departamento apunte a los programas federales para recortarlos, y el AISI podría estar en la mira. Sin embargo, los líderes tecnológicos, los legisladores y los defensores están pidiendo un enfoque más matizado, argumentando que salvaguardar la tecnología de IA es fundamental tanto para la seguridad nacional como para el progreso ético. Además, las empresas de IA como Leading OpenAI y Microsoft son claras sobre la necesidad de fuertes salvaguardas para mantener la posición de Estados Unidos como líder mundial en IA.
“La regulación de la IA tiene que empezar desde arriba”, me dijo Raj De Datta, director ejecutivo y cofundador de Bloomreach. “Un puñado de empresas dominan el mercado de la IA, y el resto depende de sus centros de datos o de los modelos que producen. Es fundamental que empecemos por estos gigantes tecnológicos, asegurándonos de que respeten la privacidad, operen de manera justa, utilicen conjuntos de datos diversos y defiendan valores en los que todos estamos de acuerdo. Así es como obtenemos los resultados que queremos, los que benefician a la sociedad”.
Pero otros, como Ekbia, advierten que es poco probable que el actual enfoque basado en el lucro de las grandes empresas tecnológicas dé prioridad a la seguridad de sus sistemas, y mucho menos a las preocupaciones éticas o ambientales. Señaló las recientes controversias en OpenAI como evidencia de que muchas empresas tecnológicas anteponen el beneficio (su llamado "resultado final") a las consideraciones legales y éticas. "¿Cómo podemos esperar que empresas como Google, que ha trasladado sus operaciones a paraísos fiscales como Irlanda o las Islas Caimán, actúen de manera responsable cuando se trata de desarrollar IA?", pregunta.
La situación actual pone de relieve una tensión clave: equilibrar la innovación con la rendición de cuentas. Mientras Trump se prepara para reformular la política estadounidense en materia de inteligencia artificial, la industria se enfrenta a un período de incertidumbre. Queda por ver si su administración acelerará o frenará la innovación, pero una cosa está clara: lo que está en juego en materia de seguridad, protección y liderazgo en materia de inteligencia artificial es más importante que nunca.