En el mundo de la tecnología, la velocidad suele ser el criterio utilizado para medir la productividad de un equipo de desarrollo. La velocidad es una evaluación utilizada en el desarrollo de software ágil para medir la cantidad de trabajo que un equipo puede completar en un período de tiempo determinado, generalmente representado por puntos de la historia o historias de usuarios completadas en cada iteración. En otras palabras, se trata de qué tan rápido el equipo genera código e impulsa funciones. Pero, si bien la velocidad es genial y todo eso, puede conducir a malos resultados y un montón de líos detrás de escena si no se equilibra correctamente.
Aunque hay muchas otras medidas que, acompañadas entre sí, conforman un gran sistema para seguir el progreso, la velocidad sigue siendo una de las más populares y, por tanto, una de las más mal aplicadas.
La velocidad suele ocupar un lugar central. Los equipos se enorgullecen de la rapidez con la que pueden dar vida a una nueva característica o adaptarse a los últimos cambios del mercado. Este impulso por la velocidad habla del deseo de mantenerse al tanto de la competencia, mantener a los usuarios interesados e innovar continuamente. El proceso de pensamiento es simple: cuanto más rápido avance, más logrará y más valor entregará a sus partes interesadas, respectivamente.
Analicémoslo ahora. Ir a toda velocidad a veces puede significar perderse algo mucho más importante: la capacidad de trabajar con menos o ningún agotamiento y, por lo tanto, con constancia . Imagínese construir un edificio súper alto, súper rápido pero con una base inestable. Con el tiempo, esto puede acumular un montón de problemas tecnológicos: ese es el costo oculto de esas soluciones rápidas que se recuperarán más adelante. Claro, la entrega ultrarrápida tiene su atractivo, pero vale la pena pensar en los dolores de cabeza que puede traer después.
La previsibilidad, como medida, se refiere a la consistencia y confiabilidad con la que un equipo o sistema entrega resultados durante un período de tiempo determinado. En lugar de centrarse en la velocidad, los equipos deberían centrar su atención en mejorar la previsibilidad.
Hay varias razones para esto:
Establecer expectativas claras con las partes interesadas.
Un equipo que ofrece resultados variados (100 puntos un mes, luego apenas 10 puntos durante los dos siguientes) puede ser una montaña rusa para las partes interesadas. Los resultados no resueltos dejan a las partes interesadas en un dilema, sin saber qué esperar a continuación. En cambio, un equipo que consistentemente logra, digamos, 40 puntos mes tras mes se convierte en el MVP: se convierte en el jugador confiable del juego. Y eso es lo que realmente anhela el ámbito empresarial: previsibilidad .
Cuantos menos errores, más largo será el juego.
Si bien la imprevisibilidad puede traer consigo estallidos ocasionales de brillantez, es la firmeza de la previsibilidad lo que realmente gana a largo plazo. Aquí hay una cosa: la hoja de ruta hacia la previsibilidad no es universal. Cada equipo tiene su propio viaje, seguro. Sin embargo, hay un patrón entre los de mejor desempeño.
Las prácticas ágiles maduras son el hilo conductor entre los equipos predecibles de alto rendimiento. Ya sea que estén inmersos en Scrum, Kanban o una combinación de metodologías, estos equipos han fijado el ritmo que se alinea con su núcleo, permitiendo espacio tanto para el trabajo estructurado como para la libertad creativa. Por otro lado, existe un impulso constante por mejorar, por hacer que cada sprint o iteración eclipse al anterior.
Consideremos un ejemplo específico. Jira de Atlassian comenzó como un simple rastreador de errores y problemas, pero ha crecido hasta convertirse en una de las herramientas de gestión de proyectos más populares del mundo y brinda sus servicios a una amplia gama de industrias. Por supuesto, hay una gran cantidad de factores diferentes que influyeron en el ascenso de la empresa, pero la previsibilidad es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes. Con un historial de iteraciones consistentes (implementación de actualizaciones consistentes y periódicas), un ciclo de retroalimentación, un ecosistema expandible y una hoja de ruta transparente, Jira ha asegurado su posición en muchas organizaciones a nivel mundial.
Aunque mi principal objetivo en este artículo es mostrar por qué la previsibilidad triunfa sobre la velocidad, mi deber es mencionar que la mejor práctica es siempre un buen equilibrio entre ambas. Sin duda, cuando se trata de elegir la medición más justa, la previsibilidad es algo que promete el juego más largo. Pero si tiene la capacidad de construir un sistema de evaluación multifacético, la mejor manera de hacerlo es encontrar la manera de calibrar ambas (o incluso más) mediciones.
Encontrar ese punto medio dorado requiere un enfoque híbrido. Esto no significa simplemente dividir la diferencia, sino más bien integrar ambos elementos en el ciclo de vida del desarrollo. El desarrollo iterativo, por ejemplo, puede proporcionar ráfagas de velocidad durante sprints específicos, seguidos de períodos en los que la previsibilidad y el refinamiento tienen prioridad. Al reconocer el valor de la velocidad y la coherencia, los equipos tendrían la capacidad de adaptar su enfoque a proyectos y fases específicos, aprovechando las fortalezas de cada uno para producir un producto que sea oportuno y confiable.
Para concluir, es difícil pero verdaderamente importante tener en cuenta que el ámbito del software no debería parecer una carga interminable. Cuando las tareas de ingeniería ya complejas se ven agravadas por métricas problemáticas y a veces superficiales, la esencia genuina del trabajo se oscurece, lo que a menudo aumenta la tensión innecesaria. Si estás al mando de un equipo tecnológico, es fundamental reflexionar sobre cómo mides el éxito y guías a tu equipo. Lo mejor de todo es preguntar y seguir controlando a los compañeros desarrolladores que desea evaluar.